No hay nada más molesto que, después de haber tomado aquella comida copiosa quizás acompañada con una buena cantidad de vino, sentir la sensación de pesadez y también el ardor de estomago. En ese punto solo se nos ocurre tomar un anti-ácido para el estomago, o aquellos considerados «protectores de estomago» – tales como los inhibidores de la bomba de protones (foto de portada) -, que en realidad no sirven para ese fin.

Muchos estadounidenses que sufren de acidez estomacal encuentran alivio de la incomodidad tomando inhibidores de la bomba de protones – un medicamento de venta libre. Aunque estos fármacos se utilizan ampliamente, crece la preocupación sobre sus efectos a largo plazo en el cuerpo. Estudios recientes han demostrado vínculos entre los inhibidores de la bomba de protones y una amplia gama de condiciones de salud. Un nuevo estudio, publicado en Circulation Research, encuentra un posible mecanismo para explicar estas consecuencias negativas para la salud.

El ardor de estómago, también conocido como reflujo esofágico o GERD, se produce cuando el ácido del estómago encuentra su camino hacia el esófago.

La condición puede ser muy desagradable y como los inhibidores de la bomba de protones (IBP) son fáciles de conseguir y aclarar rápidamente los síntomas, han demostrado ser muy populares.

Según la Administración de Alimentos y Medicamentos de EE.UU. (FDA), 1 de cada 14 estadounidenses ha utilizado los IBP al menos una vez. En 2006, se estima que U$$ 7 millones se gastaron en los IBP a nivel mundial.

Esomeprazol, marca Nexium, es uno de los IBP más comúnmente adquiridos. En 2015, Nexium ha generado casi U$$ 2.5 mil millones de ingresos para los fabricantes de los fármacos AstraZeneca.

Debido a que estos medicamentos son tan eficaces en el alivio de reflujo, y debido a que no requieren receta médica, se utilizan mucho más ampliamente de lo inicialmente previsto. Los IBP nunca fueron aprobados para su uso a largo plazo por parte de las autoridades reguladoras y estudios recientes han puesto de manifiesto una serie de correlaciones preocupantes.

Los problemas de salud relacionados con los IBP

Las enfermedades del corazón, enfermedad renal, y la demencia han sido relacionados con el uso de IBP a largo plazo.

Sin embargo, los estudios hasta la fecha sólo han sido capaces de demostrar la correlación, en lugar de la causalidad. Además, hasta ahora, ningún mecanismo conocido se ha descubierto que puede explicar los hallazgos.

La investigación reciente, llevada a cabo por el Dr. John P. Cooke, en Houston Instituto de Investigación Metodista, TX, investigó un potencial mecanismo molecular por el cual los IBP podrían inducir sus efectos negativos para la salud.

El Dr. Cooke cree que el envejecimiento prematuro de las células endoteliales que recubren el interior de los vasos sanguíneos, podría ser parte de la respuesta.

Los investigadores estudiaron el papel de dos IBP – uno de los cuales era Nexium. Ellos encontraron que la exposición prolongada a los fármacos ha conducido al envejecimiento prematuro biológico de estas células vasculares.

Según el autor principal, John P. Cooke, M. D., Ph.D.: «Cuando las células endoteliales humanas sanas, crean una capa similar de teflón, impide que la sangre se pegue. Cuando más viejo y enfermo, el endotelio se vuelve más como el velcro, con elementos de la sangre pegándose al recipiente para formar bloqueos.»

Este cambio de revestimientos de los vasos de la sangre podría ayudar a explicar algunas de las consecuencias negativas para la salud de los IBP. Curiosamente, no fue el único cambio celular que los investigadores observaron.

IBP y los lisosomas

Los IBP están diseñados para evitar que el ácido se produzca en las células parietales del estómago. Ellos se unen irreversiblemente a la bomba de protones gástrica, deteniendo la producción de ácido gástrico casi por completo. Sin embargo, estas no son las únicas células productoras de ácido que parecen estar alteradas por las drogas.

Los lisosomas están presentes en muchas células del cuerpo y son responsables de la limpieza de los «escombros» no deseados. Se libran de la basura celular y la descomponen con el uso de ácidos. Si la basura se acumula, metafóricamente hablando, las células envejecen más rápido.

Los resultados del estudio mostraron que los IBP impidieron los lisosomas de producir un suministro adecuado de ácido. En otras palabras, disminuye su capacidad para eliminar la basura, provocando el envejecimiento prematuro de las células.

Curiosamente, otros medicamentos para el reflujo esofágico o GERD, que funcionan mediante un mecanismo diferente – antagonistas H2 – no presentan este efecto en los lisosomas.

El Dr. Cooke espera que estos resultados ayudarán a convencer a los organismos oficiales para elaborar directrices más estrictas en torno al uso de los IBP.

El Dr. John P. Cooke, M. D., Ph.D., explica: «A menos que se indique lo contrario, los médicos deben considerar los IBP solamente para uso a corto plazo para el alivio de los síntomas del GERD, ya que ahora tenemos un «arma humeante» que ayuda a explicar la evidencia observacional consistente de mayor riesgo.»

Otros métodos posibles para controlar la GERD incluyen modificaciones de estilo de vida, los antagonistas H2 y, en algunos casos, la cirugía.

La investigación actual giró en torno a in vitro, por lo que será necesaria una mayor investigación en seres humanos para concretar los resultados. Si los resultados están respaldados por estudios futuros, podrían eventualmente conducir a cambios de gran alcance en la forma en que se regularán los IBP.

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