La investigación del Instituto Karolinska indica que el bulbo olfativo humano – una estructura en el cerebro que procesa la información sensorial de la nariz – difiere de la de otros mamíferos en la que no se forman nuevas neuronas en esta área después de su nacimiento.

El descubrimiento, que se publica en la revista científica Neuron, se basa en la determinación de la edad de las células utilizando el método del carbono-14, y podría explicar por qué el sentido humano del olfato es normalmente mucho peor que la de otros animales.

«Nunca he estado tan sorprendido por un descubrimiento científico», dice el investigador principal, Jonas Frisén, Tobías Fundación Profesor de investigación con células madre en el Instituto Karolinska. «Lo que normalmente se esperaría es para los seres humanos a ser igual que otros animales, especialmente monos, en este sentido.»

Se pensaba que todas las neuronas del cerebro se formaron hasta el momento de su nacimiento, después de lo cual se detuvo la producción. Un cambio de paradigma se produjo cuando los científicos descubrieron que las células nerviosas estaban siendo continuamente formadas a partir de células madre en el cerebro de los mamíferos, que cambió opiniones científicas sobre la plasticidad del cerebro y esperanzas suscitadas de ser capaz de reemplazar las neuronas perdidas en algunos tipos de enfermedad neurológica.

En los mamíferos adultos, las nuevas células nerviosas se forman en dos regiones del cerebro: el hipocampo y el bulbo olfatorio. Mientras que el primero tiene un papel importante que desempeñar en la memoria, este último es esencial para la interpretación de los olores. Sin embargo, debido a la dificultad de estudiar la formación de nuevas neuronas en los seres humanos, el grado en que este fenómeno se produce también en el cerebro humano ha quedado claro. En el presente estudio, los investigadores del Instituto Karolinska y sus colegas austriacos y franceses hicieron uso de la fuerte subida de la atmósfera el carbono-14 causado por las pruebas nucleares de la Guerra Fría para encontrar una respuesta a esta pregunta.

El carbono-14 se incorpora en el ADN, por lo que es posible medir la edad de las células midiendo la cantidad del isótopo que contienen. Haciendo esto, el equipo descubrió que las neuronas del bulbo olfatorio en los seres humanos adultos tuvo 14 niveles de carbono-que coinciden con los de la atmósfera en el momento de su nacimiento. Esta es una fuerte indicación de que no hay una generación importante de nuevas neuronas en esta parte del cerebro, algo que diferencia a los humanos de todos los otros mamíferos.

«Los seres humanos son menos dependientes de su sentido del olfato para su supervivencia que muchos otros animales, que pueden estar relacionados con la pérdida de la generación de nuevas células en el bulbo olfatorio, pero esto es sólo especulación», dice el profesor Frisén.

Profesor Frisén y su equipo planean ahora estudiar el alcance de la generación de neuronas en el hipocampo, una parte del cerebro que es importante para las funciones cerebrales superiores en los seres humanos.

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