Sin embargo, los científicos del Instituto Max Planck de Ciencias Cognitivas y Cerebrales Humanas (MPI CBS) Leipzig y la Universidad Humboldt (HU) de Berlín, junto con investigadores de Lübeck y Tübingen, han demostrado por primera vez en su estudio publicado en Nature Communications. que los bebés también construyen su memoria episódica cuando duermen la siesta. Esto les permite recordar los detalles de sus experiencias individuales después de la siesta.
Los científicos examinaron esta relación utilizando un estudio trifásico. Durante la fase de aprendizaje, a los niños de 14 a 17 meses se les mostraron imágenes de objetos cuyos nombres ya sabían, que contenían diferentes autos, pelotas o perros. Luego escucharon el nombre apropiado para cada imagen. Un grupo de niños pasó las siguientes una o dos horas durmiendo, mientras que un segundo grupo permaneció despierto. En la fase de prueba posterior, los investigadores mostraron a los jóvenes participantes diferentes imágenes nuevamente, incluidas las que ya habían visto en la fase de aprendizaje, así como nuevos autos, pelotas y perros. Cada objeto una vez fue nombrado correctamente y una vez incorrectamente. Durante todas las fases del experimento, los investigadores registraron la actividad cerebral del bebé usando el electroencefalograma (EEG).
El análisis de la actividad EEG dejó en claro: el cerebro de los niños que habían dormido respondió de manera diferente en la prueba de memoria que el de los que se quedaron despiertos, pero solo en ciertos casos. Si los investigadores presentaron a los bebés una pelota que nunca habían visto antes y la llamaron automóvil, las respuestas cerebrales inicialmente no diferían. En ambos grupos, apareció el llamado componente N400, que ocurre cuando el cerebro procesa significados inapropiados. Los niños obviamente sabían que una pelota no es un automóvil.
Sin embargo, fue diferente cuando los bebés vieron una pelota desde la fase de aprendizaje y se la llamó automóvil. El grupo que había permanecido despierto nuevamente mostró el componente N400, mientras que el grupo que había dormido no. En los niños que habían dormido la siesta, los investigadores observaron una respuesta cerebral que se disparó cuando una pelota de la fase de aprendizaje fue nuevamente nombrada correctamente como tal. Sin embargo, esta respuesta no se produjo cuando una nueva bola se llamó bola. Los investigadores concluyeron: después de dormir, los bebés ya no entendían los pares de objetos y palabras que habían experimentado anteriormente al nombrar un significado. Más bien, los reconocieron como episodios individuales. Objeto y palabra se fusionaron en un evento unificado en la memoria.
«Los resultados muestran que el sueño no solo permite al cerebro infantil generalizar las experiencias individuales, sino también preservar las experiencias individuales en detalle y diferenciarlas del conocimiento general existente», explica la primera autora Manuela Friedrich, investigadora de MPI CBS y HU Berlin. Además, plantea la hipótesis: «El hecho de que un episodio reconocido de objeto-palabra no se entienda como referencia al conocimiento general significa que sus detalles pueden protegerse de la mezcla con la memoria existente».
Los resultados también son interesantes con respecto a la llamada amnesia infantil, es decir, el fenómeno de no poder recordar las propias experiencias de la primera infancia. A menudo se ha asumido que los niños muy pequeños aún no son capaces de formar conocimiento episódico a largo plazo. Sin embargo, los hallazgos actuales muestran claramente que incluso los bebés pueden recordar eventos en detalle, y el sueño contribuye significativamente a esto.
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