La gratificación instantánea y el placer derivado de consumo de chocolate excesivo o alimentos fritos pueden llevar paso a una espada de doble filo en las consecuencias negativas que van desde el aumento de peso a los sentimientos de baja autoestima. Según un nuevo estudio en el Journal of Consumer Research, la lucha contra este tipo de comportamiento autodestructivo se puede lograrse simplemente por hacer que una persona se sienta triste.
En una serie de cinco experimentos, los autores estudiaron el comportamiento de los participantes que fueron expuestos a palabras o imágenes indulgentes o neutrales y luego se les hacia sentir tristes. En un estudio, se les pidió a los participantes a buscar ya sea en una serie de anuncios impresos que ofrecieron alimentos placenteros como la pizza y pastel de chocolate o de ver anuncios neutrales de impresión que ofrecen productos como lavadoras y coches eléctricos. Inmediatamente después de ver los anuncios de la impresión, se pidió a los participantes para completar una tarea de escritura que los hacía sentirse triste. Al final del estudio, los participantes tuvieron la oportunidad de comer alimentos indulgentes como M&Ms o galletas con chispas de chocolate.
Los resultados del estudio mostraron que cuando las personas fueron expuestas primero a la información placentera y luego se les hace sentir triste, disminuyeron su consumo de alimentos indulgentes. Los autores también encontraron que estos participantes fueron más propensos a indicar cómo el consumo de alimentos indulgentes podría conducir a problemas de salud. Por el contrario, cuando las personas fueron expuestas a la información neutral, aumentaron su consumo de alimentos indulgentes.
«Nuestra investigación tiene implicaciones importantes para los consumidores, especialmente en lo que la obesidad sigue siendo un importante problema de salud en los Estados Unidos. Para las marcas que buscan entender qué desencadena ayudar y obstaculizar las personas en su capacidad de comer alimentos saludables, le ofrecemos una idea de cuando la tristeza puede ayudar a los consumidores en ser menos propenso a caer en los alimentos no saludables a diario», concluyen los autores.