El futbolista del Real Madrid y su representante, Jorge Mendes, financian en una clínica privada de Madrid el tratamiento de un niño canario con cáncer.

Una vida. Es lo que Cristiano Ronaldo, la estrella del Real Madrid, y su representante Jorge Mendes, pueden haberle dado a Nuhazet, un niño de Las Palmas de Gran Canaria de nueve años que sufre cáncer desde hace siete.

Hace un mes, los médicos expresaron a Fabiola Guillén y Silvestre Guardia, sus padres, que no podían hacer nada por él. Una metástasis en la columna parecía haberles llevado al final del camino, y les recomendaron que pensaran solo en ser felices con su pequeño. Y así lo hicieron. El 12 de mayo volaron hacia Madrid para ver la última jornada de liga en el Santiago Bernabéu, pero tras un quiebro asombroso del destino, hoy se encuentran en un hospital privado esperando la llegada de un fármaco personalizado que pudiera obrar la salvación. Un regalo del futbolista y su representante que, tras conocer a Nuhazet, se hicieron cargo de todo el tratamiento. Esta crónica reconstruye los seis insólitos días de mayo en que la vida sonrió a esta familia. Cómo fue posible, como dice Fabiola, que pasaran «de verlo todo negro a verlo al menos gris».

El Hospital Montepríncipe está ubicado en Boadilla del Monte, a unos 20 kilómetros al oeste de Madrid, en la misma urbanización que da nombre al centro médico. El recinto da la impresión de lo que es: una exclusiva zona residencial de las que rodean la capital en su mitad norte, con pequeños bosquecillos a los lados de la vía y varios puestos de vigilancia repartidos por el perímetro.

En este entorno natural se encuentra el Montepríncipe, especializado en medicina infantil. La planta de oncología se encuentra bajando unas escaleras desde la entrada principal, y la habitación de Nuhazet está a la izquierda del pasillo, amplia y luminosa. Además de cama tiene un sofá y dos sillones forrados en azul, como el escudo del hospital, donde duermen sus padres.

Es media tarde del viernes 8 de junio, y el pequeño se encuentra cansado tras la sesión de radioterapia de la mañana. Está viendo por televisión el partido de semifinales de Roland Garros de Rafa Nadal contra David Ferrer, mientras come sus galletas Oreo. Fabiola está a su lado en todo momento, no para un segundo. Enseguida ofrece una botella de agua fría del minibar de la habitación, y se agradece. «Estos días atrás ha hecho mucho calor», indica. También tiene café Emicela que les trajo su hija desde Gran Canaria. La leche condensada para combinar la compran en una tienda cercana. Silvestre se sienta en el sofá bajo la ventana, y durante tres horas y media, relata la historia.

«Una prima de Nuhazet, ‘Nati’, llamó a la Asociación Pequeño Valiente para ver si habia posibilidad de cumplir un sueño, conocer a los jugadores de Real Madrid, para darle una sorpresa», explica Silvestre. Pequeño Valiente fue creada hace cinco años por padres de niños de oncología del hospital Materno Infantil de Las Palmas de Gran Canaria, con el fin de mejorar la calidad de vida de las familias. Fabiola fue una de sus primeras socias.

Pino Quintana empezó a mover los hilos en Pequeño Valiente. Enseguida contactó con Isabel Marichal, madrina de la asociación, Miss Las Palmas 2006 y ex enfermera de oncología del Hospital Materno Infantil. Ella fue el enlace con Madrid, y también acompañó a la familia el día del partido. Llamó a ‘Manu’ Sáinz, periodista del diario As al que conocía, y este le hizo llegar el caso a Jorge Mendes, representante del futbolista. «El sábado no estábamos seguros de nada», explica Silvestre. La zona de sillas de ruedas del estadio estaba completa, y esa era la única manera de entrar con Nuhazet. «Cenábamos en el Toni Roma’s del Bernabéu y Pino llamó para darnos la noticia de que Nuhazet iba a conocer a Cristiano Ronaldo. No le dijimos nada para que darle la sorpresa», comenta Fabiola, que recuerda que rompió a llorar. «Le dije a Nuhazet que era porque mi hermana me había dicho que le dolía la cabeza». El niño no entendía nada.

Fabiola y Silvestre transmiten una cálida humanidad, ese tipo de personas que llevan puesto el cartel de buena gente. Ella se dedica en cuerpo y alma a su hijo desde que le diagnosticaron cáncer en la cabeza con menos de dos años. Él tiene un taller de coches, donde su hermano está ahora de encargado. Fueron a Madrid para un fin de semana y ya llevan más de un mes. Como todo sucedió de forma repentina, su hija tuvo que viajar desde la isla para dejarles ropa, que van lavando en la misma habitación del hospital.

Fabiola tiene 50 años y cree en la Virgen de Fátima. Ya creía antes, pero ahora cree más. Está convencida de que ella se interpuso para ayudar a su hijo, y lo explica. El 13 de mayo es el día de Fátima, «el mismo día que pasó todo». Todavía guarda la estampa que le dieron un 24 de diciembre, con el Papa Juan Pablo II por un lado y Fátima por el otro. Y el día antes de volar a Madrid, con toda la familia en casa, recuerda que le bañó con agua de Fátima. Silvestre, de 49 años, lo vive de manera distinta pero igualmente convencido. «Yo no soy creyente, pero tengo fe», explica.

La mañana del partido, Jorge Mendes mandó un chófer a recogerles al Hotel Holiday Inn de la calle Orense, junto al Bernabéu, donde se hospedaron. El portugués es el representante de futbolistas más importante del momento, pero eso no parece alejarlo de los problemas de la calle. «El otro día el gobierno portugués le dio el premio al mérito deportivo. Le pueden dar también el premio de buena persona», comenta Fabiola, que explica que todavía les llama para preguntar por el estado de su hijo.

Nuhazet, sus padres, Isabel Marichal (en la foto, a la derecha) y ‘Manu’ Sáinz se encontraron en el Hotel Sheraton con Mendes, que les llevó a una sala de la primera planta, una por debajo de donde se hospedan los jugadores. El matrimonio recuerda de ese momento las importantes medidas de seguridad que rodean a los jugadores madridistas.

El ascensor se abrió y Cristiano Ronaldo estaba allí, de carne y hueso y esperándoles. Se dirigió a Nuhazet, tan sobrecogido, incapaz de articular palabra. «¿No dices nada?», le preguntó el futbolista en tono de broma. Le prometió que si marcaba un gol, se lo dedicaría, como hizo.

Tras las fotos, los seis se fueron a comer a Pozuelo, un pueblo cercano. Por la tarde estuvieron en la casa de Mendes, en otra lujosa urbanización, y a las 20.00 horas entraron en el estadio Santiago Bernabéu por la puerta 46, donde vieron la victoria de 4-1 frente al Mallorca y la posterior celebración del título de Liga. Lo hicieron en el palco privado de Cristiano Ronaldo junto a su novia, la modelo Irina Shayk. Bajaron a la zona mixta, y el astro portugués le regaló a Nuhazet su camiseta del partido. A esas alturas ya no sabían si todo eso no sería un sueño. Pero la carambola que les puede haber cambiado el destino se haría esperar un par de días más.

«¿Qué trajo?», pregunta el pequeño a su madre desde la cama. Es la hora de la cena y quiere saber el menú. Ya han pasado un par de horas, Nadal se ha clasificado para la final de Roland Garros y él se encuentra más animado. Y las galletas Oreo más que digeridas. «Tortilla y sopa de cocido», responde cariñosa Fabiola.

En abril del 2005, con solo 21 meses, los padres le encontraron al niño un bulto blando en la cabeza, y empezó a quedarse hemipléjico del lado izquierdo. Fueron a urgencias, y no salieron hasta que le extirparon un tumor de diez centímetros. Así suceden estas cosas. Un día entras por la puerta de un hospital, y sin que nadie te lo avise, empieza una aventura hacia lo desconocido.

La hemiplejia desapareció enseguida, empezó con quimioterapia y volvió a hacer vida normal. Dos años después le descubrieron una recidiva -secuela- en la parte delantera de la cabeza, y le volvieron a operar. Ahí recibe radioterapia y quimioterapia. Dos años más tarde, en 2009, sufre convulsiones en un trayecto en coche y de nuevo a quirófano. Esta vez era un bulto en la zona trasera del cráneo. Le operan y le envían a la clínica La Milagrosa, en Madrid, para darse tomoterapia, más precisa que la radioterapia, y ya en Las Palmas vuelve a la recibir quimioterapia. Así hasta octubre de 2011, cuando le detectan una tercera recidiva, un tumor de 5 centímetros del que solo pueden extirparle la mitad, al estar muy pegado al nervio, y del que sale con una hemiplejia del lado izquierdo. El resto del tumor no se lo quitan por estar demasiado cerca de una arteria, y vuelve a Madrid a recibir tomoterapia en La Milagrosa.

En marzo de este año ocurre el mazazo. Nuhazet comienza a sentir fuertes dolores en la espalda, y una resonancia de la columna revela metástasis en tres puntos diferentes. «El médico nos citó en el despacho del Materno Infantil el 2 de mayo, lo había comentado con varios médicos y nos dijo que no había nada que hacer. Que era mejor dejarlo así para que el niño no estuviera sufriendo. Preguntamos si había algo en cualquier parte del mundo, pero dijo que todo lo que se hacía era experimental. Mandé los informes a La Milagrosa y la Universidad de Navarra, y todos los doctores me comentaron que era mejor no estar mortificando más al niño. Ya lleva siete años con esta enfermedad, y nos hicimos la idea de que hasta aquí habíamos llegado con él», relata Silvestre en una sala anexa, ya fuera de la habitación.

El lunes siguiente al partido, Jorge Mendes telefoneó a Florentino Pérez, presidente del Real Madrid, para que les indicase un centro, y este les recomendó el Hospital Sanchinarro, hasta el punto que el propio Pérez llamó al médico que luego les recibió. Allí les indicaron que fueran al Montepríncipe, de la misma cadena pero especializado en niños. Fueron el miércoles 16 de mayo.

«En el hospital nos daban tres opciones: no hacer nada, realizar pruebas experimentales y mandar una biopsia a EEUU para hacer un fármaco personalizado», comenta Silvestre. Les dieron presupuesto para el tratamiento, y al día siguiente el hospital recibió la transferencia de Cristiano Ronaldo y Mendes. El pequeño ingresó ese mismo jueves por la tarde, le operaron de los tumores de las vértebras cervicales y enviaron la biopsia.

A día de hoy, Nuhazet continúa con los tratamientos, tiene días mejores y peores, y en unas semanas podría estar de vuelta en la isla, a la espera de ese fármaco que podría salvarle la vida. Él y sus padres se distraen esperando el nacimiento una decena de huevos que una voluntaria llevó con una incubadora y que mantienen fuera de la habitación, y los han bautizado con los nombres de todas las personas que les han acompañado es esta aventura, en señal de reconocimiento. Nombres de su familia y otros, como Pino Quintana, Isabel Marichal, ‘Manu’ Sáinz, Jorge Mendes, Cristiano Ronaldo, Florentino Pérez, la Asociación Pequeño Valiente, la AECC, compañeros del Materno Infantil y sus familiares, profesorado y compañeros del colegio. Sin olvidar del personal de la quinta planta de cirugía pediátrica y equipo médico y personal de oncología del Materno, así como su profesora, Paqui, y el equipo de fisioterapia y rehabilitación de este centro. «Palabras de agradecimiento por su apoyo y cariño», indican por correo electrónico.

Este sábado 16 de junio Nuhazet cumplió 9 años, y doce familiares acudieron por sorpresa desde Gran Canaria para pasar el día con ellos tres: su otra hija, tíos, primos… «Nos hartamos a llorar», explica Fabiola. Los padres le habían comprado una tarta y pastillas de goma por la mañana, y estaban organizando el cumpleaños para pasarlo con los otros niños de la planta. «De repente apareció mi hija de sorpresa, sola. Nos abrazamos, y ella y la enfermera nos dijeron que nos sacáramos una foto en la sala. Cuando llegamos allí estaban todos. El día anterior mi hijo decía que era su cumpleaños, y que iba a estar solo…»

Pero este sábado Nuhazet no estuvo solo, como no lo ha estado nunca. Porque todos están con él, al igual que con los otros niños que sufren cáncer. Todos ellos son valientes, pequeños valientes.

PD: poco antes de la medianoche del lunes al martes, nació de la incubadora el pollo Cristiano Ronaldo. Casualidad o no que haya sido el primero de todos, otro amigo más para Nuhazet.

Mas informaciones: http://canariasinvestiga.org/

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