El uso de antibióticos macrólidos no parece aumentar el riesgo de alteraciones del ritmo cardíaco graves o la muerte, en contra de las advertencias emitidas por la Administración de Alimentos y Fármacos – FDA, de Estados Unidos. Estos son los resultados de un gran estudio publicado en la revista CMAJ.

Los macrólidos constituyen un amplio grupo de antibióticos producidos por el Streptomyces spp. Poseen un anillo común de lactona macrocíclica al cual están unidos uno o más azúcares.
Son bases débiles poco solubles en agua. Se comportan como bacteriostáticos o bactericidas dependiendo de la concentración y del tipo de microorganismo sobre el cual actúen.
Poseen efecto postantibiótico, es decir que su actividad antibacteriana persiste aún después de que las concentraciones hayan descendido por debajo de la concentración inhibitoria mínima.
El primer antibiótico de este grupo fue la eritromicina. A partir de la década del 80 se obtuvieron nuevos derivados semisintéticos: claritromicina, azitromicina, roxitromicina, diritromicina y espiramicina.
Estos antibióticos se clasifican de acuerdo al número de átomos que presenta el anillo lactónico.
Los cetólidos (telitromicina) son derivados de los macrólidos, y representan un nuevo grupo de fármacos desarrollados para evitar la resistencia observada en los macrólidos.

Algunas investigaciones previas han sugerido que los macrólidos, como la azitromicina, claritromicina y eritromicina, aumentan el riesgo de arritmias ventriculares graves, o trastornos del ritmo cardiaco y posiblemente la muerte, pero en otros estudios se habían llegado a conclusiones contradictorias.

Los macrólidos son comúnmente prescritos en casos de infecciones del tracto respiratorio. En 2010, más de 57 millones de recetas de pacientes ambulatorios por las drogas fueron administradas en los EE.UU..

Debido a las preocupaciones planteadas, en 2013, la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) advirtió que los riesgos se asociaron con los antibióticos.

El Dr. Amit Garg, director del Instituto de Ciencias de la Evaluación Clínica (ICES) Instalación Occidental en Londres, Ontario, Canadá, y sus colegas, estudiaron a más de 600.000 adultos de 65 años y más.

Riesgo similar de macrólidos y no antibióticos macrólidos

Los datos fueron tomados del ICES y los datos de cobertura de medicamentos recetados universales del Plan de Salud de Ontario (OHIP).

Los investigadores compararon las personas que estaban tomando los macrólidos con personas que estaban tomando antibióticos no macrólidos. Todos los participantes eran de la misma edad, estado de salud y otras características.

La edad promedio de los participantes fue de 74 años, y el 57% eran mujeres.

Los resultados mostraron que el riesgo de 30 días de la arritmia ventricular en ambos grupos fue similar, pero que el grupo utilizando los macrólidos tenían un riesgo levemente menor de mortalidad por todas las causas.

En los pacientes con insuficiencia cardíaca congestiva, enfermedad arterial coronaria y enfermedad renal crónica, no parece haber ningún riesgo mayor de eventos adversos cuando se toma macrólidos.

Sin embargo, otros estudios han sugerido que una combinación de factores de riesgo, tales como arritmia existente, la edad avanzada, la enfermedad cardíaca, bradicardia, hipopotasemia o hipomagnesemia, sobre todo entre las mujeres, puede poner a los pacientes en un riesgo mayor de eventos adversos.

Algunos expertos han propuesto que, para estos pacientes, el riesgo puede ser minimizado mediante la realización de un electrocardiograma antes y después de iniciar el tratamiento.

Una limitación del estudio fue que los investigadores no saben exactamente por qué cada paciente estaba tomando los antibióticos, aunque se mencionó la especialidad del médico prescriptor.

Los investigadores comentan:

«En contraste con estudios previos, se encontró que estas variables no alteraron significativamente la asociación entre el uso de antibióticos macrólidos y nuestros resultados. Sin embargo, estos resultados deben interpretarse con precaución, y el médico siempre debe considerar el riesgo basal de un paciente de los efectos adversos antes de recetar macrólidos y otros antibióticos».

Llegan a la conclusión de que «los hallazgos son tranquilizadores para los profesionales de la salud que prescriben antibióticos macrólidos a una amplia gama de pacientes en cuidados de rutina.»

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